La bendición de Dios
siempre enriquece,
especialmente
al que le obedece.
Por eso a Dios alabemos ya
¡Celebremos su amor y bondad!
Sin vacilar
pregonemos que el Señor
pronto se vindicará.
Gritemos al mundo
que hay un Rey llamado Jesús
¡eso hay que celebrar!
A Dios alabemos ya,
en todas partes:
en tierra y mar.
Es hermoso entonar un canto.
Su grandeza es sin igual,
si bien su poder no tiene rival.
La bendición de Dios
recibamos aquí y ahora.
Con ilusión,
alégrense nuestros corazones.
¡A Él alabemos ya!
¡Su forma de bendecir hay que celebrar!
Recibamos con amor...
la bendición celestial.
Bendícenos con palabras de aliento,
abrigo y alimento.
A nuestros hermanos,
cuídalos,
Llénalos de paz,
abrígalos con tu amor.
Cálmales, por favor, su dolor.
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Autor: Millón Durango
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