Para llenarte de ojos y manos
de nuevo: para conectarte entre
túneles, por el barro cocido y la arcilla
de antiguas opacidades.
Para llenarte de labios y bocas,
que te hablen insistentemente, y oren
en tu avenida, pajaritos tenues y
de amanecida.
Para recuperarte lentamente del olvido:
darte iris y pupilas, y globos oculares.
Y blancuras detenidas entre nubes agrupadas.
Para llenarte de pieles y de huesos,
de recipientes eternos y senos y vientres.
Barrigas.
Para convocarte del exilio: fundar una ciudad
con tus gatos y tus matorrales de flores suspendidas.
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