Alberto Escobar

Stultitiae Laus

 

Antes loco con todos
que cuerdo a solas

 

 

 

 

 

 


La Sociedad:
¡Oye mentecato!
¿Cómo te atreves, insolente,
a navegar contracorriente
esgrimiendo ideas vanas,
risibles hasta a las ranas
que croan en charcas ausentes?
El Loco:
No me culpes a mí, todopoderosa,
por hacerme desde niño
hijo de la lectura y el escrutinio
de los saberes que de libros
por mis ojos penetraron.
La Sociedad:
¡Muera la inteligencia!
¡Viva la muerte del que osa
tratar con el diablo!
La felicidad de las gentes
es mi mentira, mi meta,
porque humano dócil me interesa
como res en dehesa.
¡Muera el pensamiento!
¡Quemenos a Airstóteles y Platón!
El Loco:
Si deseas, cuasi diosa, la felicidad
de tus súbditos la ignorancia
debes desterrar, te lo doy por cierto.
La Sociedad:
¡Tu atrevimiento me solivianta en demasía!
¡No te percatas de que la ignorancia
es mi arma preferida
para domar la fiera
que en humano es ganancia!
Mi fin es la tolerancia, la paz que parece,
el circo y el pan por doquier,
que el redil que conduce sus destinos
sea un mar de ventoso cereal
del que el fruto que se espera
no será pan sino quimera
de supuesta libertad.
El Loco:
Tu estruendoso reclamo me azora,
tu imponente voz me aterra,
mas me debo fiel a mi querencia
de ahondar los cristalinos manantiales
que el universo de la sabiduría anega.

Y la Sociedad, ante la impenetrable voluntad
de El Loco cogió el portante, dio media vuelta,
y marchóse por donde vino, cabeza gacha.