El crepúsculo silente de la noche
presagiaba una noche de perseidas,
he buscado en la estela de Perseo
una estrella que brillara más que ellas.
Surgió de entre los cometas
la luz que tanto buscaba,
con su brillo y con su luz
a las demás eclipsaba.
Las lágrimas de San Lorenzo
vertían polvo y arena,
en esa noche de agosto
embelleciendo la escena.
Era el fulgor que anhelaba,
pues es la mujer que quiero,
no se trata de una estrella
pero brilla cual lucero.
J. Piñeiro