y con más de ochenta inviernos,
no bailas el rock&old
porque te duelen los huesos.
Ya no palpita al compás
el corazón en tu pecho,
en la caja el bombo está
siempre sonando a destiempo.
Tus caderas ya no van
marcandose un dos por cuatro,
al tercer tiempo el bastón
suena como un vals barato.
Y al visitar al doctor
amplias tus lazos sociales,
cuando en la sala de estar
comulgas todos tus males.
Y las notas en papel
ahora son líneas de wassap,
consumiendo la vejez
siempre encerrado en tu casa.
Ya no vuelas en avión
liándote dos pitillos,
negocias el vacilón
oliendo hojas de tomillo.
No duermes en un zagüán
tras una noche de juerga,
ni te amanece en el bar
abrazado a una cerveza.
Ante la televisión
mirando entretenimientos,
con la cara de sofá
recordando viejos tiempos.
Ni el heavy ni el rock&old
todo ha desaparecido,
ahora suena reguetón
en el móvil de tus hijos.
Como dijo Groucho Marx
para el mundo que me bajo,
y es que con lo que hay que ver
mejor me cojo un atajo.
Con el traje de madera,
allí donde nunca llueve,
con mi amiga la pelona,
haciendo un sesenta y nueve.
Y aprovecha la ocasión
si aquí no cuenta la edad,
ir de bares y privar
birra por la eternidad.
Perdone usted, ¿tenéis cerveza?