He visto tantas veces el respirar a contraluz de la jornada,
El filo de las voces sobre el silencio
y agua de aguarrío que anhela la corriente
para sentirse viva.
He sentido el disparar de invierno amontonando quejidos
la crueldad de los puntapiés de tu frágil mano.
De luna en un bolsillo que aguardando su noche
nunca nació...
¿Quién enredará los caminos para apartarlos?
Ojo al lado de si mismo que desbarrancó un nosotros
Y desvaneciéndose muere…
no por ausencia
por presencias que se duelen,
abismales presencias que no se sanan
se huelen como fieras dilatantes
y aúllan
mientras se arrastran
convirtiéndose en dardos dolientes
en soledad de la soledad.