Las sabanas
saben a sudor,
a flores de primavera.
Dos manchas
blancas denuncian,
el beso, el abrazo en fuego,
y la sangre
hinchado las venas.
Y sin embargo
no hay nadie.
El lecho
desordenado espera
que vuelvan los amantes
y que el tiempo se detenga.
Todo habla
de mar y caricias,
todo calla
aquieta y desvela.
Han sido
noches de insomnio,
mareas venciendo estrellas
y sueños enredados
en trenzas.