Le ofrezco a tus encantos, el mundo de mi verso,
y el halo transparente de santa devoción,
que trae los racimos de rosas de ilusión
que vienen adornados con luz del universo.
Mis rimas cariñosas serán el velo terso
que cubra de ternura tu dulce corazón;
haremos de los sueños un fuerte batallón
que venza de la vida cualquier destino adverso.
Le ofrezco a tu ternura mi cáliz de rocío,
también la gran sonata, con lira celestial,
y el ánfora bendita del dulce desvarío
que llevan mis estrofas, que forman un caudal
de brisas otoñales, que portan albedrío
envuelto con las notas de tierno madrigal.
Autor: Aníbal Rodríguez.