Tantas veces te soñe,
¡que delicia era probar tus besos!,
esas frías y obscuras noches
de invierno,
imaginarte a mi lado
calmaba todos mis miedos.
Despierta también soñaba,
cada instante tu silueta contemplaba.
Hacerte el amor sin duda
era mi mayor deseo,
despertar y no encontrarte
era muy decepcionante,
me sentía tan vulnerable,
quería de tí alejarme
y solo podía extrañarte.
¡Que dicha la mía!
hoy he dejado de soñarte
y es inmensa mi alegría,
porque ahora puedo amarte.