Tiene los ojos negros
y una sonrisa de alba.
Tiene color de luna
y dos trenzas con canas.
Tiene el paso ligero
y voz de agua y plata.
Va cantando sin penas
aclarando la mañana.
Se mueve al son del día
dejando aroma de cielo
y sus huellas olvidadas
por donde pisan las ranas.
Lleva la tarea de madre,
de abuela muy amada.
Perlas vestidas de rojo
por las calles Sanjuaneras.
Algunos la llaman Wanda,
otros abuela o hermana.
Hija de la isla misma
y para mi, Borincana.