Se marcha el día en oleaje de olvido
un océano inmenso arropa lo que fuimos
el sol deja su beso en la pálida orilla
allí en la costa brava de una pequeña isla.
Sigue el verso tallando la roca de los tiempos
con la lágrima helada que derraman los muertos
aquel que un día soñara con entregarse más
Y contar en sus letras, su historia, su verdad.
Amigo que partiste a ese sitio especial
donde no hay día ni noche, donde habita la paz
corazón tan amado que llama en el silencio
apenas un gemido, un murmullo en el viento.
El sol se marcha con su traje escarlata
deshaciendo su orgullo detrás de la muralla
mientras yo te recuerdo musitando palabras
enhebrando cuartillas, renglones de nostalgia.
Muere el día y no quiero dejarte;
hoy te llevo conmigo, tal como lo hice antes,
en aromas sutiles, en paisajes distantes
en un versar sencillo, homenaje a tu arte.
Ya es noche y es costumbre saborear un café,
frente a esta pantalla donde un día te encontré
me invade la añoranza, me pregunto el por qué
el destino nos marca, con quizás o tal vez.
La luna está llamando de nuevo a mi ventana
su reflejo es espejo sobre aguas en calma
Y presentir tu abrazo mitiga este dolor
amigo que marchaste con mi tiempo mejor.