Vieja madre y querida, que te sientas junto al espejo
Mirando tus cabellos que se han emblanquecidos
Esas ojeras que acompañan a esas arrugas en tu cara
Y los ojos tristes que de latan lo amargo de tu mirada.
Junto a ti han venido como compañero de toda una vida
Lavando y planchando como siempre una ropa ajena
de noche cosiendo y arreglando medias de las adineradas
no sintiendo el cansancio de un día trabajado y bien agotado.
Duerme vieja querida que tus hijos seremos tus celadores
Guardianes por las noches lluviosas frías y oscuras
Y tus galanes que te verán como una reina bien adorada
Sentados juntos a nuestra mesa disfrutando cada comida
dejando y trayendo el amor de cada momento
y el abrazo de cada mañana que jamás te hemos negado.