Desde el fondo del alma me salían
esos ríos de amor que a ti llegaban;
que serenos y tiernos te empapaban
con las brisas que ansiosos te ofrecían.
En sus aguas tan claras se veían
las estelas de anhelos que llevaban;
pues sus grandes corrientes esperaban
que al estero de tu alma llegarían.
Mas se fueron secando los caudales
que vestían sus cauces de belleza,
y sus fuerzas, que fueron torrenciales,
lentamente perdían su grandeza;
y arrecifes preciosos de corales
se volvieron pantanos de tristeza.
Autor: Aníbal Rodríguez.