Inviertes en tu arte
y con tu fuego
quemas hierba seca
curvas las líneas
que habían nacido
para ser rectas.
Cierras el paso del olvido
para ponerme a salvo;
en las alturas.
La pintura de tu entraña
gobierna al pincel;
que ha de proclamarse peregrino:
de tus prados.
Untas tu savia
sobre la batuta
que esparce los acordes
en el templo de tu voz.
Con tu acto
engendras un mar
y te sumerges en el
con fe infinita
y me condecoras
amo
de cuanto existe.