Siempre que pienso en mis adentros, miro, observo, y no me gusta lo que veo. Perdí mis sueños, me fui muy lejos, y allí ni las estrellas me dleron consuelo.
Quedé tan sola como la arena árida del desierto, donde solo el veneno del escorpión espera.
Las noches son frías y el viento susurra inquieto cubriendo el cuerpo de arenilla y miedo.
Terminé esta fase que la vida como una tempestad de viento y arena, encontra de tu voluntad, te obliga a superar, te roba el alma y te sepulta la bondad.
Hoy espero en calma que llegue la alegría, olvidar mi pesar y recupar la bondad que añoro y que tanto amo, con fuerza y constancia y también: humanidad.
©Nuria de Espinosa