Van y vienen los viajeros
en mi pueblo natal,
sábados y domingos
los días de gran fiesta.
Las once con treinta,
el bullicio aumenta
en la estación del tren
esperando el ruidoso vaivén.
La locomotora se asoma
el silbido anuncia,
el feliz arribo desde la capital,
manos saludando por el ventanal.
vendedoras ofrecen presurosas,
agüita fresca de coco
empanadas de loroco,
frutas maduras bien sabrosas.
Media hora de alboroto
todo vuelve a la normalidad,
mañana vendrá otro
con su carga de amistad.
©Mirna Lissett Carranza