A dentelladas piso la tierra
con sus números simbólicos
y sus zumos austeros de arena
y sangre. Piso la tierra, con sus
devastaciones eternas: pinares
cortados, taladas florestas, plasticidades
mezcladas que auguran una concepción
diferente. Piso la tierra, y apelmazo
ruinas y cementos, memorias y olvidos,
recuerdos y sombras que, a su vez, me
pisan y a cuyo seno desciendo sin saberlo.
Desciendo: mezclo la tierra, hasta hacerla
diversa, imprecisa, heterogénea.
Piso la tierra, ¡qué poca es mi huella!-.