Busco tu voz,
oh, vida de mi vida,
con sus latidos.
Quiero ser libre,
sin rejas, sin cadenas,
ni enfermedades.
Y, si es posible,
me quedaré dormido
entre tu canto.
Será tu voz
y el timbre de tus labios
quien me despierte.
Iremos juntos
a ver en los jardines
nadar las ocas.
Será bonito
prolongar ese sueño
tan especial.
Y volveremos,
andando entre las nubes
con girasoles.
Unas ardillas,
un tanto juguetonas,
vendrán a vernos.
Y si es preciso,
besarnos en silencio,
así lo haremos.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/08/19