No notas que noto tus vocales
debajo de tus bienes calientes:
cada una con un apretón de algodón,
y una después de la otra,
y como un beso de viento.
Yo me escojo solo para tus pronuncios danzantes
esos amantes que muerden.
¡No! ¡No!, no se lo digas a las horas
bella cálida y fría…
No sabes, como tu rosado al paletizar,
una por una las cajas son fantasías de Tolkien,
y saetas los folios.
Una pita de fuego se quema.