Como una pequeña pieza rota
en el engranaje de un reloj muy viejo,
mientras el mundo gira,
me acomodo en mi agujero.
Procuro no moverme de ahí
donde he caído,
pero a veces choco,
y algo se engatilla,
y me siento un desecho,
y no sé
si es culpa mía,
de las otras piezas,
o del Maestro relojero.