La tarde en un adiós frío y sereno,
un puñado de trinos apretados.
En la calle el correr del niño bueno
y el pasar de vecinos abrigados.
La tarde es un poema que se muere,
un pedazo de vida que perece.
Hay un silbo melancólico que hiere
desde el pino que el viento apenas mece.
La tarde se arrodilla entre la sombra
y rompen el silencio las campanas,
nada queda, ni nadie ya la nombra:
duerme la noche en calles suburbanas.
La tarde, melancólica y tan mía
es recuerdo, un trozo de poesía.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(Publicado el 14 de julio de 2013)