La naturaleza es sabia. Además de divina. Creando la diosa femenina. Para ella pobre es mi labia. Sus brazos hechos para la caricia. Sus pechos alimentos prometedores. Sus piernas caminos de los amores. Todo su ser para la incansable avaricia. Sin la mujer soy agua quieta. Donde la vida está ausente. Con ella la vida está presente. Y el ansia de amar es cierta. En el universo somos pequeñas estrellas. Que se apagan y encienden. Que de cielos e infiernos no entienden. Y que a nosotros todas nos parecen bellas