Naufragan mis tristezas
en tu orilla.
No duelen los recuerdos
en tus mejillas.
Mis ojos ardientes
se ahogan en tu mirada.
Con las manos llenas de preguntas,
batallan los cerebros arrugados,
siendo adultos naufragaron
como críos en un charco.
Nunca es tarde para dar un abrazo.
Nunca es tarde para amar a lo tonto.
Los amores naufragan por caminar lentos,
mejor dejarse llevar por el viento.
El cielo se derrumba,
pero tu y yo seguimos vivos y a salvo de los mares perdidos.
Naufraga mi voz en
tus oídos
Naufraga mi corazón antiguo recién lavado, en tus costados.
Naufraga mi voz oxidada de los gritos, en el silencio de los naufragios.
Naufraga el fantasma del miedo en tus besos robados.