Tienen tus ojos la belleza de la flor del Loto.
Cuando me besas, siento crecer una primavera de cabriolas,
me hago liana y trepo en caricias por tu espalda sigilosa
para fundir en tu nuca mis yemas de frutas trenzadas,
reclamo tu pecho con mi pecho -refugio que nos ampara-
Cuando me miras, mezcla de instante y de infinito,
quisiera regalarte cualquier cosa:
un aroma en libre caída por zonas inexploradas,
una estrella que se aposente en tu piel desnuda,
una gota de rocío nacida del rubor de una amapola.
Cuando me besas y me miran esos ojos de zafiro,
acampo en la avenida de tu boca incendiada
donde tus labios de ternura se hacen volcán de almíbar
agitando las ansias que se anudan a mi torso.
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