Ciertamente,
yo te intuyo amante y tierna
incapaz de odiar las rosas
que a tu paso florecen.
Yo te intuyo serena
como el lago sin olas
la montaña lejana
o la paz del infante que sueña.
A pesar de tu empeño
de mostrarte cortante
como afilada sierra;
yo te intuyo mi niña
tan amante y tan tierna
que podrías si quisieras
confundirte en el silbo que pasa
encumbrarte a los cielos
y llegar a una estrella.
R. Gruger/1985