Como plateado rayo de luna
que entra por el cristal de mi ventana
y se desvanece por la mañana
sin dejar en pos de sí huella alguna.
Como el dulce canto junto a la cuna
de la amorosa madre que se afana
en desgranar las notas de una nana
y calmar a su infante sin fortuna.
Así entras tú en mi triste corazón:
con tu melosa voz ahogar intentas
la flamígera llama en que me abraso
y retornar a su ser mi razón.
Muy quedo llegas con pisadas lentas
sin dejar estela alguna a tu paso.
Canciones de amor.