Abrazados de nuevo en la alborada
gozo del dulce néctar de tu boca,
y un éxtasis profundo me provoca
cuando al amor me presto, a tu llamada.
Y al quedar ya tu puerta traspasada:
qué ansiedades sentí, qué pasión loca.
Cuando tu anhelo al mío lo convoca
el alma me la dejas sosegada.
Qué alborozo el sentirnos deseados
gustando del sabor de nuestros besos,
si el día nos despierta amordazados
entre caricias y de amor posesos,
con las almas y cuerpos afanados
y así quedarnos para siempre presos.