Soy culpable de soñar...
De creer, aun siendo creyente,
que, aquí mismo, en esta esfera indiferente,
se puede encontrar... Un paraíso,
sin que sea necesario ni preciso
trasladarse a otro mundo más allá...
Construido entre nubes y resplandores invisibles.
Soy culpable de confiar
que es perfectamente posible
despertar y después, ser capaces de distinguir
entre amigos y enemigos...
Y cuidar lo que hemos construido...
Y que ya nada lo pueda herir...
Y que ninguna serpiente
nos pueda engañar sembrándonos dudas.
Soy culpable
de querer volar con alas testarudas,
que no cuesten vidas ajenas...
Y que nunca se terminan de pagar...
Soy culpable
de no querer rendirme ni renunciar,
aunque ya fuerzas no me quedan.