¡Bendita sea el aura que decanta
la gran magnificencia de la vida;
bendita aquella rima decidida
que el bardo, con pasión escribe y canta!
¡Bendita aquella pluma que agiganta
el nombre de justicia, tan herida;
bendita aquella lira que encendida
la fe del indeciso la levanta!
¡Bendito el soñador y sus fervores
que lucha con el pobre mano a mano;
que llena de esperanzas y colores,
del pueblo su penar tan inhumano!
¡Que sea coronado con honores
por ser del oprimido grande hermano!
Autor: Aníbal Rodríguez.