Fue mi abuelo picador
allá arriba en la montaña
y arrancó negro carbón
con su pico y con su pala.
En su cara quedan huellas
de un esfuerzo denodado
que las entrañas del suelo
con el tiempo había dejado.
La enfermedad del carbón
le retiró a su cabaña
donde enfundado en su boina
observa, como la vida se apaga.
Sentado en un viejo escaño
el me contaba secuencias
de la mina, de la guerra
las que fueron sus vivencias
Reclinando su cabeza
se va quedando dormido
en sus manos temblorosas
se consume un cigarrillo.
J. Piñeiro