Almas Erógenas
Como hombre podía ver coma acariciaba sus letras en ese libro abierto que le mostraba entre sus piernas, era ese momento perfecto para hacer saltar por los aires todas mis perversiones.
Sus venas ensanchadas mostraban el efecto que quería de mi, ser preso de su aquelarre en un preludio intimo, donde su ritual pudiese ser consumido entre nuestros cuerpos benévolos, porque yo literalmente era suyo.
Se besaron, se consumieron, se ardieron, se follaron los sustentos del deseo, escribiendo ríos de tinta entre la anatomía de sus curvas, sacudiendo sin tapujos todos sus orgasmos sin reservas, puras erosiones sin limites.
De una manera intensa, ardiente, erótica y fogosa acabe empapado, pues ella sabía como transmitir todo lo que quería expresarme, ruborizando todos mis infiernos para complementarlos con cada uno de sus demonios.
Dos almas erógenas solo arden si son artífices del mismo fuego...
Jordi Etresi