Kike Alonso

Dios de Viento

La brisa acunada en mi cara,

acaricia manos, piernas,

y las vigas de estos

frondosos álamos. 

 

Hoy perpetúa,

cascabeleándo,

un tempo dulce,

lento, eterno. 

 

Y un Dios de Viento

cercano en el paso,

suave en las ventanas,

mis heridas cambiadas. 

 

Y, a lo lejos, el sol ardiente.

Y, a lo cerca, un placer silente.