Regalan mil conciertos estivales
los tórridos acordes de la noche,
aquella que ha vencido tu reproche
y busca acariciar los madrigales.
Ofrece sus arpegios a raudales
el fértil pentagrama en su derroche,
concilia esa ilusión de medianoche
y busca entre sus notas las señales.
El canto de la brisa desde el monte
contagia con el ritmo que da vida
y entiende el palpitar del horizonte.
La magia del hacer que nos convida
al verso melodioso en su remonte,
nos deja su quimera entretejida.
Aimée Granado Oreña ©
Gota de Rocío Azul