He mirado tu faz adolorida, tus ojos marchitos y profundos, tus labios resecos y angustiados sudoroso cargando hacia el calvario En el cuello la marca de la soga que ha segado la luz en primavera El divino Jesús desfallecido con su cuerpo de púrpura teñido Horrenda la ifamia cometida con el hijo de Dios omnipotente, como huella infalible de un delito la sentencia implantada por los jueces Con los pies llagados y descalzos sube Jesús hacia el madero estan listos los mazos y los fierros, que harán estremecer su cuerpo entero Despojado de sus ropas y desnudo es presentado en el humilladero, la corona, las espinas y la caña son insignias que acompañan a cristo en el madero Una gota de sudor hay en su frente, confundida con la sangre nazarena, la punta de la lanza, tan doliente que traspasa su alma de inocente Se desangra la vida por la herida que le abriera el filo tan hiriente. Ruge el mar, la ola se levanta, sopla el viento enfurecido el mismo cielo, teñido en arrebol de rojo y fuego se cubre de luto el firmamento La ira de un Dios se hace presente; cruza el rayo de oriente a occidente, de un solo tajo se partió la vida… se oye el trueno, el mundo se estremece. Las tienieblas y las sombras permanecen cubriendo el sol, la luna y las estrellas, sólo brilla el lucero fulgurante con su estela de luz pálida y bella. A tus pies yo vengo a ofrendarte estas rosas manchadas con tu sangre, estas blancas azucenas como el alba, saturadas con perfume de tu aliento