Te quiero invariablemente,
llevo tu amor en el alma
y me abrazo a la nostalgia
de poder tenerte siempre.
Tu vida es mi beneficio
pues sin ti no soy feliz;
eres mi tronco y raíz,
mi luz y todo mi juicio.
Como brillante lucero
a mi vida la iluminas,
cual estrella peregrina
que cumple su derrotero.
Eres la paz y los sueños
y el amor que va prendido
a mi pecho adolorido
si no se siente tu dueño.
Mi noble sombra vital,
fuente que mi sed apaga
cuando mis fuerzas acaban
o me entristece algún mal.
Eres mi carta cabal,
mi talismán de la suerte,
por eso te quiero a muerte
... mi dulce estrella final.
Jorge Horacio Richino
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