Jesús Oscar Ugalde

No importa ya

Llegaste desde un lugar que no importa ya,

triste y cándida, parecías paloma blanca,

me capturó la idea, una sola mirada, tu solitario rostro,

quise ser contigo hasta la luna misma,

o hasta la comisura de los algodones hundidos en nuestro peso,

eran las nubes altos derroches,

era la carne la última consecuencia de estar cerca,

tozudo cerca siempre,

quise olvidarme así, hermosa imagen, seductora,

atenta de mis días, capturado corazón de implacable parlanchín,

iba poco a poco, acercándome cual tono perdido,

iba de lejos contraído en lo que disponías,

matanza convertida en sed fanática, no importa ya.

 

Inconsciente hasta no saber si me mataba o estaba ya muerto,

inconsciente hasta la desesperación,

en algún un punto restauré toda la pena de tus alas de paloma blanca,

tierna que lucía, no obstante, endeble,

solo merecía amar,

y sin notarlo, las heridas interminables eran,

sin notarlo, me perdía desvivido,

sin notarlo, dejé la vida misma, mi ser humano,

por seguirte, ciego o embaucado, qué importa ya.

 

Con los arrestos remanentes, con ligero raciocinio,

pude ver un ápice malvado, una burla infame.

Con la pena del amante iluso.

Quise creer otra vez, recordaba tu promesa de suave palabra amada,

arranqué los fragmentos de mi vida, terminé de ahuecar mi alma entregada a tus brazos,

un nudo de mi garganta atrapado con un llanto detenido por orgullo.

 

Mi corazón muere en los despojos cuando le han despedazado,

palabras que hacen eco insisten malvadas,

no hay resignación inmediata,

tiempo de partir dignamente,

reconstruir paso a paso y segundo a segundo.

Solo temo un peligro inminente: el daño de tu seductora imagen, el daño de tus alas de paloma blanca,

porque perdonaría todo, te reconstruiría una vez más.

 

Epílogo.

 

Regresas desde un lugar que no importa ya,

triste y cándida,

otra vez pareces paloma blanca,

tu solo nombre, tu solo recuerdo siquiera evocarlo es motivo de aversión.

Nunca más.