A. Martinez

Donde el amor.

 

Quizás un día esté triste,
o una hora,
un minuto quizás,
pero pronto pasará
el agua bajo las losas
del pesado puente,
y sobre ellas,
diáfanos y sorprendidos,
cómo dos pájaros
que descubren el aire,
estarán como siempre
tus ojos recibiéndome,
y yo recordaré tu voz
y su delgada pausa,
sentiré ese sabor tremendo
de ternura que pincelas
en las frases,
el calor que ubiqué
en lo lejano,
el fuego que me estalló
entre las manos,
y la tristeza saltará mi pecho
avergonzada,
desarmada
por la invasión tu risa,
desalojada
por la frescura silenciosa
de tu boca,
y allí,
donde el amor sembró
sus mieles,
en el jardín que le inventamos,
serán siempre verdes
mis laureles,
y tus azules mariposas
nos unirán los labios.

 

Eduardo A Bello Martínez
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