Mario Cid

Respecto a la lluvia.

Recuerdo la última vez que llovió sobre mi ciudad. 
Eran otros tiempos, y otras eran las emociones y los sentimientos,
como también conmigo había otros rostros, y un sinfín de historias
que fueron cambiando su rumbo, sus paisajes.
Para entonces todo era más cierto y menos confuso,
lo cotidiano me sacaba risas, los geranios despertaban aromas
que hoy se desvanecen cada vez que amanece. 

Cómo me voy volviendo menos yo, o quizá solamente
sea cada vez otra versión de mí disolviendo en el aire todo mi pasado.
Lo cierto es que sigo moviendo el corazón todos los días, se acelera
con nuevas cosas, aunque confieso -con tu perdón-  que el tópico común
de sus aceleradas pulsaciones siguen siendo las mujeres, esa creación maravillosa,
ese testimonio de la bienaventuranza.  

Pero, volviendo al poema: recuerdo la última vez que llovió sobre mi ciudad.
Eran otros tiempos, y otro era mi espíritu. Tras esta nueva lluvia me siento distinto,
tuvieron que pasar los meses para escuchar de nuevo el trueno del mundo y los relámpagos
saliendo de la garganta del cielo. Ella ya no está conmigo, por cierto, y esa es otra de las cosas
que han cambiado desde la última llovizna, quién sabe qué será, o en qué lugar se escondan
las nostalgias, pero supongo que con el cambio de estación viene también un cambio en el alma,
y eso no es nada raro.




Mario Cid