Tenías razón, amigo,
son felices y no sufren.
Si acaso, ya les bastan
sus palabras, para calificar
y ornamentar la base del pedestal,
llena de olorosa, fragorosa
y pestilente mierda.
Así que ahí te dejo: con
tus vaivenes emocionales,
tus plantas, y tus vegetales.
Tus pies descalzos, seguramente
atrapados por la brisa del mar.
Que yo me quedo, silencioso,
avistando mi propio horizonte.
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