Asumo en mi infinito universo del pensamiento y la pasión
Tu imagen frágil como esplendor del ser y condena en mi destierro
He sido huésped de tu vientre, desheredado ahora de tu piel y tu aroma
Asumo mi sentencia como el enigma de la carne que aúlla y se desangra
Entre mis huesos y el cielo, crece el espacio,
la batalla cruel de la pasión y el desenfreno
Desnuda mi piel, en la intemperie de mis deseos,
surge la estría en la dermis altiva que se niega a tu olvido
Centellar de verdad, entre mi sed y mi fuego, que brama y me consume
Me sumerjo en el milagro de las pieles sucesivas que acarició mi palma
Recuerdo el esplendor de mi piel, perdida en tu matriz ingenua
Lugar del enigma, de resurrección y nacimiento
Asumo mis huesos frágiles, salvajes aun en la vejez y el pensamiento
Huésped transitorio he sido, de la vida, del mundo y del tiempo
He renacido en cuerpos ajenos, inundado de sudor y vaho
En carne viva he resurgido, eludiendo tu sombra y desapego
Añoro el espejismo de la eternidad, evadiendo con él, la soledad estéril de tu partida
Impredecible ante mi propia sombra, divago en la búsqueda de tu figura
Tu cuerpo sin latido aún imploro, desnudo en lo humano
Sin venas, sin fuego, aniquilado ante tu hermosura