José Luis Barrientos León

Huésped de tu vientre 

 

 

Asumo en mi infinito universo del pensamiento y la pasión

Tu imagen frágil como esplendor del ser y condena en mi destierro

He sido huésped de tu vientre, desheredado ahora de tu piel y tu aroma

Asumo mi sentencia como el enigma de la carne que aúlla y se desangra

 

Entre mis huesos y el cielo, crece el espacio,

la batalla cruel de la pasión y el desenfreno

Desnuda mi piel, en la intemperie de mis deseos,

surge la estría en la dermis altiva que se niega a tu olvido

 

Centellar de verdad, entre mi sed y mi fuego, que brama y me consume

Me sumerjo en el milagro de las pieles sucesivas que acarició mi palma

Recuerdo el esplendor de mi piel, perdida en tu matriz ingenua

Lugar del enigma, de resurrección y nacimiento

 

Asumo mis huesos frágiles, salvajes aun en la vejez y el pensamiento

Huésped transitorio he sido, de la vida, del mundo y del tiempo

He renacido en cuerpos ajenos, inundado de sudor y vaho

En carne viva he resurgido, eludiendo tu sombra y desapego

 

Añoro el espejismo de la eternidad, evadiendo con él, la soledad estéril de tu partida

Impredecible ante mi propia sombra, divago en la búsqueda de tu figura

Tu cuerpo sin latido aún imploro, desnudo en lo humano

Sin venas, sin fuego, aniquilado ante tu hermosura