Si mezcla el artista sus colores, buscando belleza
con que sacar al lienzo de su blanca tristeza,
monótona y estrecha, pobre e inexpresiva,
para crear un paisaje con perspectiva,
amplia e insospechada,
convirtiendo el cuadro, en ventana abierta,
a un mundo sin tiempo, imagen congelada,
de la realidad más bella por Dios creada…
Si el músico oye su corazón, interpretando sonidos,
siguiendo los compases de sus rítmicos latidos:
convierte el aire vacío y frío, silencioso,
en el espacio amplio, acústico y grandioso,
de una melodía,
abierta a un mundo nuevo, de maravillosa
filigrana de sonidos, como una policromía,
que su instrumento ejecuta con maestría…
Si sueñan juntos el padre y la madre, meciendo
en su imaginación un niño, que irá creciendo,
convirtiendo sus vidas, en alegrías,
con singulares dolores entretejidas,
con paciente apuro,
convirtiendo el tiempo, en instante eterno,
que hoy duerme sereno, en el regazo seguro,
de su madre que sueña con su futuro…
¿Cómo imaginar qué puso Dios de su parte
cuando desde la eternidad pensó crearte?:
En su eterno presente, sin poder esperar,
quiso desplegar tu vida, sin aguardar,
como impaciente
espera el amante, el rápido transcurso
implacable del tiempo, en su deseo ardiente
de tener su amor, para siempre presente.