Estábamos ahí acostadas una al lado de la otra con la Luna iluminándonos, y vi tus labios, te dije te quiero, me diste un beso y nos fundimos en dulce amor eterno.
Y fue nuestro único contacto al principio, solo besos cortos, con vergüenza y ganas de más, siempre más.
El calor nos rodeaba y con ellas nuestras ganas se hacían notar.
Acaricio tu rostro, solo eso nada más, con miedo de lo que puede o no pasar.
¡Porque te quiero, oh dios cuanto te quiero!
Siento tus labios cálidos y suaves, el cómo me miras, solo lo siento, pues tengo miedo de abrir los ojos y que esto sea un simple sueño.
Tus manos en mis caderas, te acercas más a mí, pero no es suficiente, no, nunca nos ha de ser suficiente, nos fundimos en un beso más apasionado, tu lengua y la mía un baile han iniciado.
Entre tus manos, sobre tu pecho es renacer y lo sabes, lo sabemos.
Y te beso las mejillas rosadas, tu frente con nuestra mezcla de sudor, tus ojos con mirada extasiada, tus hermosos ojos color aceitunas, tus labios, tu cuello que me llama, y desciendo… Tus pechos redondos e imperfectos, tu pelvis, te muerdo, nos marcamos y rehacemos.
Deslizamos nuestras manos y nos exploramos, y gritamos, jadeamos y besamos hasta que la Luna se despidió de nuestros actos, tan prohibidos pero reales.
Y todo empezó con un beso, pues por algo tiene que empezar.
-Limoneyes.