Desperté y Tus ojos estaban bañados de lágrimas. Sentí un dolor muy grande, cómo si me hubiesen agujereado el alma. Estuve dormida, lo sé, soñando cuentos, imaginando quimeras, queriendo mirar por dentro a las personas. Yo quería cambiar al mundo y el mundo comenzó a cambiarme a mí... y cuando desperté me dí cuenta de todo el tiempo que había perdido. Me has dignificado una vez más, siempre tan atento, tan cordial, tan amable. Esa suavidad tuya, esa espera, esa tranquilidad que me emociona. Me has despertado y ya no quiero volver a dormir. Ahora puedo ver los árboles que aplauden con sus ramas y escuchar las aves que trinan sin cesar. Me entristecen las guerras, el odio que existe en el mundo, los niños que mueren antes de nacer, y el dolor de los hijos que no tienen padres. Hay tanta desigualdad en esta vida, tantos problemas, tantas cosas sin resolver. Quiero ver la vida así como es...hermosa y radiante, mirarla en otra dimensión y disfrutar de la naturaleza en plenitud. No puedo cambiar a las personas, pero si puedo cambiar yo y en mi pedazo de mundo sin fronteras, puedo formar mi propio cielo con estrellas, mis jardines coloridos con mis propias flores, sin prisas que atormentan. Me despertaste y ¡que dolor he sentido!..se murió la noche y nació el nuevo día. Pero si este dolor que me causas ha logrado que por fin vuelva a ver la luz, agradezco de corazón que las tinieblas por un tiempo me hayan invadido. Me despertaste Dios amado, me despertaste, y el aroma de las flores me cautivó de nuevo....estaba dormida soñando cuentos, he vuelto a casa, he vuelto a tus brazos. Me despertaste y la oscuridad se ha marchado. En tus brazos estoy segura.
Escrita en el año 2000
Moriste por mi
¡Tu moriste por mí Dios,!
en esa cruz, encarnecido,
te llevaste mis dolores, mis tristezas,
mi soledad y mis quebrantos.
Ahora soy tuya y Tu eres mío,
somos uno solo por la eternidad,
Tu secas mis lágrimas
me acaricias, sanas mis heridas
y en las noches oscuras del alma,
pones tu manto en mis hombros,
abrigas mis emociones,
lloras y ríes conmigo,
me corriges con amor santo.
Tu paciencia es infinita Dios amado,
que no alcanzan las palabras
para expresar lo que nos entregas,
así, tan libre, tan completo,
que mi orgullo de derrite,
mi altivés desaparece,
mi soberbia se humilla,
ante Tu gran amor.
Dios mío....te amo tanto,
que sólo deseo agradarte,
pero muchas veces esta carne,
orgullosa y altiva,
se levanta contra tus preceptos
y me encuentro llorando
arrepentida ante Tus plantas.
Déjame sentir Tu aroma,
límpiame cada día más de mi maldad,
ya que ningún ser humano
podrá justificarse ante Tu Presencia.
Gracias Padre, Gracias Hijo Jesucristo
Gracias Espíritu Santo.