Pasaban los días y al otoño vi llegar
De los sueños la ilusión... ya jamás quiso regresar
Desvanecido y cansado, poco a poco, el amor enmudeció
Y en la quietud de una noche ya su grito no se escuchó
Duérmete cupido chiquillo,
Duérmete que de ti...
Nadie se habrá de acordar