¿Cuántos muros, naranjos
y cielos azules
serán mudos testigos?
Escucharán ufanos susurros
de enamorados
sin fecha límite de caducidad.
Por allí pasaron poetas,
albañiles, camioneros, futbolistas,
guardias de seguridad, jefas y
gente de toda ralea. Unos grabaron
a fuego
y otros esbozaron ligera sonrisa.
Llegaron buldózer amarillos
plagas de origen desconocido
—anticríticos—
y negras nubes sin agua.
Gritaron los muros, los naranjos
y los cielos azules:
¡te quiero!
Nadie respondió en la
inmensidad del túnel.
No ofrecieron resistencia,
dieron por cumplida su
incómoda misión
y perecieron víctimas
del
diccionario de ingenuidades.
Muchos de aquellos confidentes
¡ !
se miraron a los ojos
y dejaron escapar
un prolongado suspiro.