La pluma desciende perezosa
describiendo arcos
de aspecto mágico.
Cuando el sol recoge
los últimos vestigios del día
cae sobre la tierra
cual copo prematuro
que cuaja fértilmente.
En un instante sutil
se transforma, cobra vida;
de ella surgen rastros,
dedos lacerantes
de yemas puntiagudas
que taladran mi cráneo.
Todo parece irradiar
un extraño fulgor
de éxtasis azulado.