“Del Caballero”
No sucumben los ecos de silencio
De una ciudad somnolienta,
Un perro aúlla en la lejanía;
Son los cascos del caballo aquel
Que la atraviesa al compas
De las manos que lo guían;
Es la estola que recorre al viento
Iluminando la densa oscuridad
De una noche sin huidas