La verdad tras el telón
Se suceden las horas y los días sin descanso, sin contratiempos
Amanecer y anochecer se funden en el ocaso sin previo consenso
Se sumergen en la mar indescriptiblemente vacua, inexpresivos
Aquellos deseos, sueños y añoranzas de un mundo muerto y sin sentido
Llueven paulatinamente los rubíes escarlata de mis brazos delgados
Y sin apuro se van drenando bajo el agobio de mis turbados ojos
Cristalizados por la sinuosa tristeza que los deshumaniza sin problema
Y que en incontables ocasiones sólo quieren cerrarse y decirle adiós al dilema
Pero las cadenas forjadas de desesperación se vuelven una adicción
Irresistible como el cuerpo de una mujer, se eterniza todo el dolor
Y en un laberinto de ramificaciones infinitas, donde no puedes escapar
Se cierne sobre ti, advirtiéndote que el minotauro eres tú en realidad
El proceso es el mismo que en el Uróboros, no queda nada por hacer
Porque cada paso que das, previamente designaste que ibas a errar
Mas huir del círculo vicioso es una hazaña propia de héroes de historietas
Pero en este mundo los héroes no existen, ahora solo hay marionetas
Y no hay una persona salvadora, no es sincero el amor, es una mentira ideal
Es un cuento de hadas, un anhelo infundado, un capricho que nunca llegará
Simplemente es un autoengaño, volverse ciegos ante la pared de la verdad
Y ponerle un velo blanco a nuestra futura fuente de impasible y oculta soledad
Pero al colarse el manto celestial, inundado de estrellas brillantes y perfectas
En medio de la noche, lo único que te resta es pensar en cómo parar de llorar
Y no quiero que creas que estás solo, esa es la falacia más clandestina que hay
Porque lo cierto es, que creerlo no es suficiente, tienes que saberlo desde ya
Nunca nadie se quedará a tu lado, todos tarde o temprano como el viento se esfumarán
Y segundo a segundo, tu efímera existencia en una pesada agonía se tornará
Desearás sosegar toda esa ira contenida, esa sonrisa fingida, esa herida por puñal
Lo que más duele no es el acto en sí mismo, sino la confianza que entregaste a los demás
Comienzas a cuestionarte si el problema no reside en ti, si no eres el monstruo del relato
Cómo puede ser que todos vivan en la felicidad y solo a ti te toque una vida de infarto
Repleta de odio, inmisericordia, depresión, traiciones e insania por tu estrés mental
Quizá radica en tu persona, en tu aura, tal vez tu destino es la incesante calamidad
Te absorben la autoflagelación, dinamitar el autoestima y pensamientos ilógicos
Ya no distingues entre tus suposiciones y la realidad, como un enfermo psicótico
Ni siquiera puedes darte cuenta, que con inspeccionar ínfimamente a la sociedad
Puedes concluir sencillamente y sin excepción, que todos sufren en la intimidad
Y es que no importa lo que hagas, la condena viene desde el nacimiento, de Eva y Adán
Se extiende como Jörmundgander hasta el último suspiro, hasta la Última Edad
La verdad tras el telón, la crudeza de su interior, los designios de quizá un Dios
No tiene más ciencia que la completa desilusión: estamos solos y no existe el amor.