Un día cualquiera para varios, uno especial para mí. Siento una premonición llegar, pero mi mente parece divagar. La esencia de mi ser, susurrando por dentro. Escucho cuidadosamente. Mis ojos se transforman en radares, buscando e identificando todo. Un atardecer grisáceo y fresco, mi cuerpo barrunta tormenta. Mis oídos, satélites recibiendo cada son y ton. Consciente, pero distante de mi persona física, puedo sentirme en dos lugares vagamente.
Miro hacia el cielo, brillante pero oscuro, un contraste singular. Nubes danzantes con siluetas imparciales. Mi mente distraída, divagante y dudosa de la vida. Observo una nube gris y dispersa, sin forma alguna. Una voz se escucha a la distancia. Doy oídos y curiosamente descifro un mensaje. Ahí están flotando, ecuánimes como tu esencia y pareciera que no llevan rumbo – me dice.
Mi mente, traviesa, traicionera pero leal como siempre. Sonrío inocentemente, y respondo instantáneamente. Las nubes y yo, si somos tan parecidos. Compuestas de agua, como mi cuerpo. Suaves y delicadas como mi alma. Reflejando luz, como mí esencia. Flotan que pareciera sin rumbo, pero un objetivo tenemos. A veces ligeras, esparciendo luz, pero a veces densas evitándola. Algunas otras furiosas, descargando energías destellantes. Otras solamente tristes, llorando incontrolables. Sí, creo que somos tan semejantes - respondo.
“No habrá una sola cosa que no sea una nube” Dijo el Sr. Borges, y así me siento hoy, contemplándolas desde mi balcón, escuchando las aves y sus son.
Christ Noza