(A Francisco de Quevedo)
Deja de vilipendiar a la muerte,
hace su trabajo con gran oficio,
no descansa y no saca beneficio
al abrir la puerta para acogerte.
Aunque en un rincón quisiera esconderte,
la Inexistencia no le deja un quicio
para dar a tu ser un armisticio
que no sea hacia el mundo de lo inerte.
Toma ella lo que la luz abandona,
mocedad y vejez, plata e indigencia,
y veloz a la nada se lo dona.
¡Maldice a la Vida!, que en su insolencia,
desecha el tesoro que te emociona,
juventud o serena inteligencia.
¡MALDICE A LA VIDA!(c) Antonio Portillo Casado
(Del poemario “Luz donde la herrumbre” Madrid 2019)